EL EXTRAÑO CASO DE LA PELIGROSIDAD EN LA CONSERVACIÓN
Como siempre me gusta recordar, llevo poco tiempo trabajando en conservación. Supongo que por eso aun me asombran algunas cosas que tal vez los más veteranos ya tienen interiorizadas como normales en su día a día laboral. Con el revuelo de la pandemia, se habla mucho de normalidad y nueva normalidad. Y con tanta exaltación de lo normal, he llegado a la conclusión que lo que no es normal, es la normalidad que se le da a nuestra situación laboral con respecto a la peligrosidad de nuestro trabajo. No es normal que no esté reconocida.
El día que acudí a mi entrevista personal, mi jefe, en un momento de la conversación me dijo “el trafico es salvaje”. No le eché mucha cuenta al comentario. Que acertado estuvo, salvaje es un apelativo muy correcto para definir lo que nos encontramos cada día al inicio de nuestra jornada. Hordas de turismos que van justos al trabajo, furgonetas con prisa y filas de camiones que van pegados el uno al otro olvidando que la distancia de seguridad hay que respetarla no solo por su seguridad, también por la nuestra.
Porque ahí estamos nosotros, hormiguitas amarillas que correteamos atareadas por una jungla de seres pesados, algunos gigantes y que circulan a toda velocidad. Señalizando, limpiando el entorno, reparando barreras o retirando objetos de la vía, rodeados de peligro y protegidos por furgones y conos. Que uno puede pensar bueno, los camiones van a 90. 90 kilómetros por hora son 25 metros por segundo. Calculemos. Operarios trabajan en la mediana, debidamente señalizados, con todas las medidas de seguridad pertinentes. Camión que circula adelantando tiene un reventón de rueda, el vehículo descontrolado se precipita sobre la mediana. Resultado: posible accidente mortal, porque un trasto tan grande que viene hacia ti a 25 metros por segundo por muy bien que tengas los reflejos.... y no hay mucha escapatoria porque a ambos lados de la mediana hay tráfico rodado. Que compañero no se ha sentido pequeño cuando ha acudido a un accidente con varios pesados implicados al ver los amasijos de hierro y las cosas escabrosas que en general nos solemos encontrar, no quiero ahondar más en el tema.
A mi todo esto me parece peligroso, pero como estamos incluidos en el convenio de la construcción, no se contempla la peligrosidad del tráfico rodado. Bueno, el plus de conservación, 80 € mensuales, cuando llega, que se cobra por día trabajado.
Al final, aparte del plano económico, porque alguien puede pensar que 80 € no está mal, el reconocimiento de la peligrosidad es mucho mas.
Hace unos días leía que el gobierno, en su plan España 2050 quiere alargar la edad de jubilación mas allá de los 67 años... lo primero que pensé fue en mi yo futuro, me vi como una “yaya” tirando de un jabalí. Fue horroroso. Una persona con cierta edad ya no puede desempeñar cierto tipo de trabajos. Que se reconozca la peligrosidad en nuestro sector nos permitiría una jubilación más temprana. No puedo decir cuánto más, porque no lo sé, pero si planean alargarlo por encima de los 67, pues es fácil imaginar a alguien con 70 años recogiendo botellas de orines. Me parece penoso solo el plantearlo.
Durante la pandemia y el temporal Filomena ha quedado claro que somos un sector esencial. Nuestra labor diaria es imprescindible. Sin el mantenimiento de las carreteras sería imposible el abastecimiento de mercancías a los núcleos de población entre otras muchas cosas.
Ya es hora de que tanto las administraciones públicas como las empresas dejen de mirar a un lado y nos den la razón, que ir al tajo cada día conlleva un peligro intrínseco.
Que nadie me diga que no es extraño que no lo hagan.
Nuria Vilató
Coordinadora de Igualdad USIC